

Cuando tienes el privilegio de conocer a un actor, siempre descubres muchas cosas, sobre todo, cada momento compartido, es un aprendizaje continuado. Ángel Romero Flores, es un actor alicantino de adopción, nacido en Santanyí (Mallorca), a los tres años se trasladó a Alicante con sus padres y otro hermano, formado entre esta ciudad y Madrid, con un bagaje dramático muy importante. Durante el rodaje de la serie “Los lobos no ladran”, pudimos comprobar la gran calidad humana del actor, en su momento más importante: desarrollar su personaje, con el rigor al que Ángel nos tiene acostumbrados, ya que su papel no resulta sencillo, pero se introduce en la piel del personaje de una forma ideal, que a más de uno nos dejo boquiabiertos.
Angel Romero Flores:
el placer en la escena
La primera vez que subí a un escenario fue a finales de los ochenta con El fantasma de Marsella de Jean Cocteau del “Quadre Artístic Casal d’Alcoi, Alicante”, con la dirección de Tonín Oltra y el personaje, Maxim. Ahí empezó todo. Luego la primera vez que tuve un contrato y alta en la seguridad social fue en 1994 en el programa Sinceramente tuyo de Antena 3 con una dramatización, “El seropositivo”, de la productora Videomedia. A partir de ese momento entré en el mundo profesional.
Con la violencia de género como telón de fondo, las escenas se han rodado íntegramente entre Elche y Alicante con muchos actores de la provincia en el reparto
¿Desde cuando Ángel Romero Flores se encuentra insertado en el mundo actoral?

¿Como es por dentro un rodaje de una serie como “Los lobos no ladran”?
Mucho trabajo.